31.5.13

Cuentos de semáforo.


«Yo, que no soy ni peor ni mejor que nadie, te sueño como todos y como ninguno hace».

Te escribía poemas en lo que tardaba el semáforo en ponerse en verde. Eran los mejores.

15.5.13

Adiós nada.



Estamos a tiempo de perderlo todo. Porque para el amor... Para eso ya no hay tiempo.

Pero hubo un tiempo, no hace mucho...

No me hagas caso, no hubo ningún tiempo. Ni hace mucho ni hace poco. No hubo nada. Ni siquiera un poco de amor, y mucho menos tiempo para ello. Acabo de descubrir que nunca me quisiste. No me lo tengas en cuenta, no merece la pena... Desde que estamos a tiempo de perder toda esa nada que teníamos, no importa nada, valga la redundancia.

La única diferencia es que ahora vamos a perderlo todo. Absolutamente todo. Incluida toda esa nada que teníamos. Sé que a ti no te importa, pero no sé si puedo decir lo mismo de mí. Me importa perder ese algo nuestro por muy insignificante que sea. Pero más me importa que a ti no te importe nada.

Permíteme que no te invite a la despedida. Y no me lo tengas en cuenta, pero necesito odiarte.


1.5.13

Ella no te necesita.


No importa cuán lejos estamos ahora. De verdad. No importa.

Tenemos caricias. Tenemos sentimientos. Tenemos sueños que un día hicimos realidad.
Otros que quedaron por el camino. Tenemos minutos. Tenemos segundos.
Y como he dicho antes, tenemos sentimientos. Aun forzándonos a verlos desaparecidos.

Tenemos momentos, qué pena que ya hayan sido vividos. Tenemos recuerdos...
Tenemos tantas cosas que tuvimos.

Eso fue antes de que todo dejara de importar, pero ¿a quién le va a importar
que quiera vivir de los recuerdos?

Tenemos una historia. Aunque ya vivida. Noches pasadas, a las que un día, quizás,
sucumbimos. Qué pena que ya estén tan lejos. Qué amargo sabe el olvido.

Te prometo que no es tan amargo como lo escribo.
Te prometo que ya no importa nada de esto vivido.

«Ella no te necesita. Tiene tu recuerdo que vale más que tú».