18.9.11

Aunque me quede sin tu cuerpo y sin el cigarro de después IV

Me encendí otro cigarrillo mientras bajaba aquellas escaleras que se hicieron las más eternas de mi vida. Salí a la calle. Allí estaban esos ojos verdes sobre aquella Harley matando su vicio con un Ducados Rubio.



- Veo que sigues fumando - me dijo.
~ Si. Cada uno tiene sus vicios.

Me alargó el brazo y me dio uno de los cascos. Me lo puse y subí. Él arrancó. Estuvimos dando caladas en horas desordenadas. Nos perdimos en callejones sin salida que te llevan a ninguna parte. Nos empapamos el uno del otro.

Su boca no me dirigió ninguna palabra más.
Quizás no hacía falta, sus ojos no paraban de bombardearme…
Y cuando parecía que estaba todo dicho me besó.

10.9.11

La importancia de lo insignificante.

Siempre he creído que lo que tiene una persona en su mesilla es muy importante para ella.


Su mesilla no tenía cajones, por lo que daba pie a tener pocas cosas importantes en ella. Quizás no tenía nada importante. O quizás simplemente valoraba muy bien la importancia de cada cosa...  A parte de dos cajas, supongo que llenas de recuerdos, solo destacaba una foto en su mesilla.

Esa foto la hizo cuando llegabas aquel día. Aquel día que sería el último.
Y ese es su último recuerdo. ¿Por qué? Por qué es el último momento en que fue feliz contigo.

5.9.11

Aunque me quede sin tu cuerpo y sin el cigarro de después III

El descansillo estaba oscuro y vacío, como habitualmente. Pero había algo, que lo antojaba diferente.
Cerré los ojos. Umm… Recuerdos de perfumes vuelven.

Dicen que lo que más hiere es eso de echarle de menos, sin embargo yo creo que no es así. Echar de menos, hiere. Hiere mucho. Es como un pellizco infinito. Lo bueno de echar de menos, es que con el paso del tiempo dejas de hacerlo. Porque empiezas a olvidar sus cosas. Sus besos, sus abrazos, su voz, su manera de tocarte, todo. Terminas olvidándolo todo. Por eso creo que lo que más hiere es la esperanza. Siempre mirarás la puerta y te imaginarás que entra y te rescata de todo ese injusto sufrimiento. Siempre tendrás la esperanza de irte un día a dormir y que todo haya sido una estúpida pesadilla. Porque la esperanza es lo último que se pierde.



Cerré la puerta. Resoplé. Me apoyé en ella y me deje caer. Eché un vistazo a mi casa. Entre el desorden ví un vestido vaquero. Tenía una mancha de chocolate. Buen recuerdo del cumpleaños de Sebas. Siempre me gustaron mucho las tartas… Me lo puse. Fui a mi habitación a por el tabaco. Cogí las llaves también, y salí de casa.