28.8.13

El día que te vayas...


¿Por qué tendría que creerte? ¿Por qué esta vez sería diferente?
Ya había habido una primera vez. Incluso una segunda. Y dicen que no
hay dos sin tres... Pero parece que no importa cuantas veces te vayas.

¿No te has dado cuenta aún que no necesito te quieros? Ni por qués. Ni razones.
No te creo. No va a ser diferente. Te irás una tercera vez. Lo sé. Pero me da igual.

Solo necesito no olvidarte. Solo necesito recuerdos para ese día que te vayas.
Ese día en que vuelvas a desaparecer y necesite echarte de menos, no para hoy. 
Hoy estás aquí. Y no quiero más razones que tu presencia. Mañana ya veremos...
Porque hoy estás aquí. Me alegro que estés aquí, que tengamos que estar aquí, los dos juntos
aunque rendidos, como el atardecer que no deja escapar ni un día.

Y ya mañana será el día que te vayas...

Otra vez.

24.6.13

Cuentos de semáforo.


«Hemos pasado 24 horas juntos. Sé que no es amor. Es soledad. Es necesidad, empatía, agradecimiento».

Te escribía poemas en lo que tardaba el semáforo en ponerse en verde. Eran los mejores

16.6.13

No te buscaría si no te hubiera encontrado ya.

No te busqué. Pero te encontré. Y me enamoré. Creo que tú también...
Entonces llegó el otoño. Es obvio que llovía el día de tu despedida.

Escóndete.

Ahora entiendo por qué llovía... Desde entonces el otoño es la estación de la melancolía.

Me han salido muchos pareados. Pero de esto hace ya dos otoños.
Yo aquí sigo buscándote. Tú por ahí estarás buscando a otro.
Te recuerdo que una vez te encontré. Y me enamoré. Y estoy seguro que tú también...

Y acaba de pasar el otoño. Corre, date prisa. Déjame encontrarte.
Quedan doce meses para el próximo.
«No te buscaría si no te hubiera encontrado ya».

6.6.13

Tengo el límite en 5 centímetros.


No podemos estar a menos de 5 centímetros de distancia.
Mi cuello así se lo ruega a tu boca.
No podemos estar tan cerca que no halla más mundo que tus pupilas. Mi escasa capacidad de resistirme a ti así lo exige.
5 centímetros como perímetro mínimo para con tus pupilas y tus labios.
Aguantaría tu respiración tan cerca como si fuera la mía, tus dedos enredados en mi pelo, tu perfume en mi ropa... ¿Y qué son entonces 5 centímetros después de respirarte en cada bocanada? No intentes entender(me). Tus labios a menos de 5 cm de distancia, puff... Y tus ojos... Eso no, no lo podría aguantar. Creéme, saldrías vacío. De sonrisas, de caricias, de besos. Los gastaría todos.
Tengo el límite en 5 centímetros, no te lo saltes por favor.

31.5.13

Cuentos de semáforo.


«Yo, que no soy ni peor ni mejor que nadie, te sueño como todos y como ninguno hace».

Te escribía poemas en lo que tardaba el semáforo en ponerse en verde. Eran los mejores.

15.5.13

Adiós nada.



Estamos a tiempo de perderlo todo. Porque para el amor... Para eso ya no hay tiempo.

Pero hubo un tiempo, no hace mucho...

No me hagas caso, no hubo ningún tiempo. Ni hace mucho ni hace poco. No hubo nada. Ni siquiera un poco de amor, y mucho menos tiempo para ello. Acabo de descubrir que nunca me quisiste. No me lo tengas en cuenta, no merece la pena... Desde que estamos a tiempo de perder toda esa nada que teníamos, no importa nada, valga la redundancia.

La única diferencia es que ahora vamos a perderlo todo. Absolutamente todo. Incluida toda esa nada que teníamos. Sé que a ti no te importa, pero no sé si puedo decir lo mismo de mí. Me importa perder ese algo nuestro por muy insignificante que sea. Pero más me importa que a ti no te importe nada.

Permíteme que no te invite a la despedida. Y no me lo tengas en cuenta, pero necesito odiarte.


1.5.13

Ella no te necesita.


No importa cuán lejos estamos ahora. De verdad. No importa.

Tenemos caricias. Tenemos sentimientos. Tenemos sueños que un día hicimos realidad.
Otros que quedaron por el camino. Tenemos minutos. Tenemos segundos.
Y como he dicho antes, tenemos sentimientos. Aun forzándonos a verlos desaparecidos.

Tenemos momentos, qué pena que ya hayan sido vividos. Tenemos recuerdos...
Tenemos tantas cosas que tuvimos.

Eso fue antes de que todo dejara de importar, pero ¿a quién le va a importar
que quiera vivir de los recuerdos?

Tenemos una historia. Aunque ya vivida. Noches pasadas, a las que un día, quizás,
sucumbimos. Qué pena que ya estén tan lejos. Qué amargo sabe el olvido.

Te prometo que no es tan amargo como lo escribo.
Te prometo que ya no importa nada de esto vivido.

«Ella no te necesita. Tiene tu recuerdo que vale más que tú».