28.11.11

La banda sonora del descontento.

En esta calle perdida alguien tocaba ese bolero que alguna vez significó tanto. Tanto que se convirtió en la banda sonora de nuestra vida.

Un atardecer más.Nuestro último día, como tantos otros, nos habíamos tarareado esa misma canción:

~ Bésame, bésame mucho, como si fuera esta noche
 la última vez.
-  Bésame, bésame mucho, que tengo miedo a tenerte,
y perderte otra vez.

Esa noche que sería la del último día, esa noche que no dormimos nada pero nos besamos mucho, esa noche me lo cantaste. Al oído.
Pero a la mañana siguiente ya no estabas allí.

La noche siguiente te envié un mensaje: "Quiero tenerte muy cerca, mirarme en tus ojos y estar junto a ti".

Escribí esa canción que para nosotros una vez significó «Te quiero».


El sonido de entrada del mensaje concidió con un paseo por esta calle perdida, fue su banda sonora. La banda sonora del descontento: "Piensa que tal vez mañana, estaré muy lejos, muy lejos de aquí..."

29.10.11

Lo superfluo.

Nunca se preguntó si la amaba. Nunca le preguntó si la amaba. Nunca hizo tantas cosas…
Nunca dejó de fumar. Nada más allá de lo necesario.



Jamás le importó si la amaba. Digo, si la quería. ¡Ay amar! Siempre le sonó a telenovela eso de amarse. Y ellos de telenovela tenían poco. Se pensaban dos extraños compartiendo cama. Cada día una vida distinta. Cada día una persona distinta: Marilyn y Kennedy, Lennon y Yoko Ono, Woody y Soon-Yi, Bogart e Ingrid Bergman. Pero cada día, siempre, inevitablemente ellos. Porque ya descubrieron, quizás con Jack Lemmon en Con Faldas y a lo loco, que, bueno, “Nadie es perfecto”.

14.10.11

Aunque me quede sin tu cuerpo y sin el cigarro de después V

Abrí un ojo, un rayo de luz entraba por la ventana cruzando la habitación. Eran las 7.30 de la tarde. Yo, es que he sido siempre muy dormilona. Me levanté de la cama, cogí un Ducados Rubio de la mesilla y me acerqué a la ventana. Un escalofrío recorrió mi cuerpo desnudo. Fumé.
Me metí de nuevo en la cama, y me dediqué a observarte.


Dieron las ocho. Salí de la cama, en la que sería la última vez. Me vestí. Me pinté los labios rojo carmín, y besé la pared, para dejar una mancha, de esas que traen tan buenos recuerdos.
Él abrió un ojo, “¿A dónde vas?”
Sin explicarte nada más, te dije que bajaba a por tabaco y jamás volví a tu cama

6.10.11

Si nos espera el olvido, tratemos de no merecerlo.

Las agujas del reloj me están increpando, dicen que me quedo sin tiempo para ir a buscarte. El reloj ha marcado las tres y me está gritando que salga corriendo a encontrarte. 

Maraña.

Las hojas que caen de este otoño me hacen señas cuando pasan por mi ventana. Intentan decirme que ya te ven alejarte. 

18.9.11

Aunque me quede sin tu cuerpo y sin el cigarro de después IV

Me encendí otro cigarrillo mientras bajaba aquellas escaleras que se hicieron las más eternas de mi vida. Salí a la calle. Allí estaban esos ojos verdes sobre aquella Harley matando su vicio con un Ducados Rubio.



- Veo que sigues fumando - me dijo.
~ Si. Cada uno tiene sus vicios.

Me alargó el brazo y me dio uno de los cascos. Me lo puse y subí. Él arrancó. Estuvimos dando caladas en horas desordenadas. Nos perdimos en callejones sin salida que te llevan a ninguna parte. Nos empapamos el uno del otro.

Su boca no me dirigió ninguna palabra más.
Quizás no hacía falta, sus ojos no paraban de bombardearme…
Y cuando parecía que estaba todo dicho me besó.

10.9.11

La importancia de lo insignificante.

Siempre he creído que lo que tiene una persona en su mesilla es muy importante para ella.


Su mesilla no tenía cajones, por lo que daba pie a tener pocas cosas importantes en ella. Quizás no tenía nada importante. O quizás simplemente valoraba muy bien la importancia de cada cosa...  A parte de dos cajas, supongo que llenas de recuerdos, solo destacaba una foto en su mesilla.

Esa foto la hizo cuando llegabas aquel día. Aquel día que sería el último.
Y ese es su último recuerdo. ¿Por qué? Por qué es el último momento en que fue feliz contigo.

5.9.11

Aunque me quede sin tu cuerpo y sin el cigarro de después III

El descansillo estaba oscuro y vacío, como habitualmente. Pero había algo, que lo antojaba diferente.
Cerré los ojos. Umm… Recuerdos de perfumes vuelven.

Dicen que lo que más hiere es eso de echarle de menos, sin embargo yo creo que no es así. Echar de menos, hiere. Hiere mucho. Es como un pellizco infinito. Lo bueno de echar de menos, es que con el paso del tiempo dejas de hacerlo. Porque empiezas a olvidar sus cosas. Sus besos, sus abrazos, su voz, su manera de tocarte, todo. Terminas olvidándolo todo. Por eso creo que lo que más hiere es la esperanza. Siempre mirarás la puerta y te imaginarás que entra y te rescata de todo ese injusto sufrimiento. Siempre tendrás la esperanza de irte un día a dormir y que todo haya sido una estúpida pesadilla. Porque la esperanza es lo último que se pierde.



Cerré la puerta. Resoplé. Me apoyé en ella y me deje caer. Eché un vistazo a mi casa. Entre el desorden ví un vestido vaquero. Tenía una mancha de chocolate. Buen recuerdo del cumpleaños de Sebas. Siempre me gustaron mucho las tartas… Me lo puse. Fui a mi habitación a por el tabaco. Cogí las llaves también, y salí de casa.

31.8.11

¿Cómo discutir sabiendo que no tengo la razón?

Siempre dijeron que era una chica muy pasional. Y como tal le apasionaba hasta discutir.
Si, discutir.



Le parecía que todo luego era más intenso. Los te quieros, los besos, los abrazos. Esos abrazos largos, tan largos que en las películas la imagen gira a cámara lenta alrededor para poder apreciar la intensidad del momento. Cualquier gesto impregnado de reconciliación es tan verdadero.

30.8.11

Preguntale si cambió el tiempo o sigue lloviendo.

Entonces leyó: "En el fondo el olvido es un gran simulacro, nadie sabe si puede aunque quiera olvidar"

Sigue pensando lo mismo que aquel día que llovía y se quitó el sombrero para que sus lágrimas pudieran confundirse con la lluvia.

22.8.11

Aunque me quede sin tu cuerpo y sin el cigarro de después II

Tic. El minutero se ha movido de nuevo. Ha pasado otro minuto. Esta vez me giro a mirar el reloj. Son las nueve. El día se despide.
Mi cigarro sigue consumiéndose. Le doy una última calada. Lo apago, y lo tiro por la ventana. Hacia Madrid. ¿Alguna vez habéis visto volar a la muerte? Yo sí. Y esta no fue la última vez.
Observé la cama de matrimonio. De repente alguien llamó a la puerta.
Siempre me he preguntado porque se llaman camas de matrimonio. El diccionario define matrimonio como la unión concertada de dos personas mediante determinados ritos o formalidades. Pero estas camas son las que tienen capacidad para dos personas. Da igual que éstas sean solteras o casadas, que lleven días o años…


Miré ahora hacia la ventana. No usaba cortinas, me gustaba mirar el cielo. Y esta vez el cielo estaba limpio. No tenía ni una nube. Me gusta el cielo despejado. Las nubes me recuerdan a ti. Al día que flanquearon mi paseo por la ciudad minutos después de que me dijeras adiós. No derramaron ni una gota, no lloraron nuestro adiós, y desde entonces las tengo mucho rencor. Siempre me gustaron los paseos bajo la lluvia.
Miré hacia la cama de nuevo. Me temo que esta noche también tendré que dormir sola.
En fin... Recorrí el pasillo hacia la puerta, sin poder quitarme mi cama vacía de la cabeza. Abrí.

18.8.11

Aunque me quede sin tu cuerpo y sin el cigarro de después I

Y entretanto, en la ventana, fumo un cigarrillo a solas. Mientras yo me mato, Madrid vive. Pienso... pienso, si quizás debo compartir la cama con alguien o quizás es mejor dormir sola.


Tic. El minutero acaba de moverse. Un minuto más. Un minuto más de vida para Madrid, y uno menos para mí.
¡Parece mentira! Hace diez minutos que he subido las escaleras de mi casa. Nueve que he abierto la puerta y he abrazado a mi gato. Ocho que he empezado a andar por el estrecho pasillo a la vez que me iba quitando la ropa. Siete que me he tirado bocarriba en la cama a pensar en... ¡no me acuerdo qué!
Malditas costumbres. Lo único que no he hecho esta vez es ponerme el pijama. Ese que tanto abriga en las noches de soledad y silencio.
Hace ya cinco minutos que me he arrimado a la ventana con 10 mg de alquitrán, 0.8 de nicotina y 10 de dióxido de carbono. Saco un cigarrillo y me lo echo a la boca. Parece que los avisos de muerte en el paquete no funcionan.
Pienso. Interrogaciones asaltan una y otra vez; procuro sacudírmelas de encima, aturdirme para no pensar, pero vuelven con insistencia tras breves momentos de tregua, calada tras calada. ¡Y menos mal que vuelven! Porque si no lo hicieran sería señal de que el “Fumar mata” no ha servido más que para asustarme, de que ya estoy muerto en cierto sentido, de que no soy capaz más que de esconder la cabeza entre las sábanas de mi cama vacía. Pensar. Eso equivale a querer estar verdaderamente vivo. Vivo frente a la muerte, no atontando ni anestesiado esperándola.

31.7.11

Conoce el final de mil historias.

No hay día que pase sin que se arrepienta, no porque esté sola, ni porque él crea que debería estarlo. Piensa en cómo era ella entonces, una chica cobarde y escéptica que cometió un terrible error.

Quisiera hablar con él, le gustaría explicarse, contarle como eran las cosas: “jugaba conmigo a ser feliz imaginando estar contigo, creí que convendría que lo supieras, saber que alguna vez fuiste feliz conmigo”, pero no. No puede decirle que nunca apostó por ellos, porque saldría bien.




Hay una razón por la que siempre se imaginó su vida sola. No fue porque creyera que sería feliz sola, sino porque creía que si amaba a alguien y salía mal, no lo superaría.

26.7.11

Felicidad se escribe con F de fracaso.

Felicidad también se escribe con F de fobia, de furia, de frecuente, de flaqueza, de funesto, de fallo, de freno, de farsa, de frialdad, de fragmento, de fatalidad, de fugitivo, de frustración, y por supuesto, con F de fracaso.


Aceptarás entonces que la felicidad no es una vida sin enrededos, sin cometer errores ni arriesgarse. La felicidad es asumir la lucha, el esfuerzo, la duda y avanzar, avanzar franqueando cada obstáculo.
Que con F se escriben muchas cosas.

21.7.11

Felicidad se escribe con F.

Felicidad se escribe con F, con F de fantasía, de fortuito, de factible, de fortaleza, de fortuna, de filosofía, de fidelidad, de física, de furtivo, de favorable, de fundamental, de frescura, de futurismo, de fugacidad, de finales insalvables.



Con F de fracaso, si, de eso también.

10.7.11

Hay crisis en el cielo, las nubes deben un año de alquiler.




Nunca he tocado el cielo con las manos, nunca he visto el cielo de cerca, tampoco he volado.
Y ganas no me faltan.
Nunca he tenido tiempo de rozar las nubes con la punta de los dedos.
Pero creo que podré esperar. Me contaste que hay crisis en el cielo, las nubes deben un año de alquiler a la Luna. Cómo imaginar que el cielo estaba aquí, en el suelo.

1.7.11

Asi de relativo es el tiempo.


“Un minuto puede que no sea nada, salvo que lo llenes de sesenta segundos interesantes.”

Vivía cada día su vida. Coexistía cada día con infinidad de personas. Almas inigualables, excepcionales, quizás estupendas.
Se imaginaba cada día su vida. Siempre con alguien distinto. Pero inagotable, siempre ella.
El cartero tenía un no sabía qué que le volvía loca. El del estanco tenía una sonrisa que alegraba cualquier mañana. En el metro se había cruzado un chico leyendo Shakespeare muy interesante.

Cada minuto un amor distinto. Cada minuto una vida imaginada.
Cinco minutos bastan para soñar toda una vida, así de relativo es el tiempo.

19.6.11

Aprovechemos el verano, el otoño acecha.

No, nunca, desde Madrid desde ninguna terraza, desde ningún mirador, ni rascacielos ni azotea, se veían las costas. Pero allí, detrás del horizonte, siempre intuimos lo maravilloso de lo desconocido. El reflejo de la vida que, quien sabe, quizás jugando con otras cartas, podremos alcanzar.

Nunca vi la playa, pero sé de su aroma.


Después, seguiremos teniendo un otoño lluvioso, amigos del corazón y del tiempo, pero ahora nos toca la recompensa del dulce sol. Aprovechen sus rayos, y como el cielo, amigos del tiempo, abran su pecho a la luz. Es nuestra vida, es nuestro tiempo.

10.6.11

Las bicicletas son para el verano

Aquellos maravillosos veranos.

Arranca el verano, suban queridos amigos a las bicicletas, suban y pedaleen, no se pierdan ninguna vuelta de sus ruedas. Saltemos al vacío para recordar el vértigo de otro tiempo, todavía había un sueño para cada latido de vuestro corazón, y aire sutil que os acariciaba la piel. Si, arranca el verano y aún se piensa que desde cualquier lugar perdido se alcanzará una suma de gloria, que desde allí se verán las costas, el otro lado del mundo.

Arranca el verano. A la orilla de una vida y de un verano, descubristeis que vuestro corazón es un caracol que puede dejar de tener la casa vacía y dejarse dirigir por una bicicleta que solo de tarde en tarde os conduce a la fortuna. Levantemos pues el telón a la vida de los veraneantes. Que vuestro corazón vuele lejos.

5.6.11

Cuando aprieta el frío.


- Estás loca, ¿por qué no nos quedamos?
~ No podemos, tenemos que irnos.
- ¿Qué vamos a hacer ahora con este frío?
~ Vivir.

Porque lo que más disfruta, lo que más la complace y lo que la hace más feliz, es que la llamen loca porque entonces ninguna libertad le será negada.

21.5.11

No me hablen de paisajes si no han visto su cuerpo.

¿Qué es lo importante?


Pero para él, ella era imperfectamente perfecta.
Cómo si de la palma de su mano se tratase, conocía todas sus líneas, todas sus curvas. Recorría cada una de ellas una y otra vez. Cual hormiga curiosa.
Cuando era pequeño, recordaba odiar la asignatura de geografía. Odiaba estudiarse los mapas. Pero para este mapa nunca puso inconveniente alguno en el estudio. Para este mapa que era su cuerpo.
Su coordenada favorita era en la zona derecha de la pelvis. A escasos 15 mm del ombligo con trayectoria rectilínea, tenía una mancha de nacimiento, que, para él tenía forma de S. S de Sebas. S de él.

8.5.11

Cuentos sobre olvido II

Había una página arrancada de un libro. El diccionario:
Fobia. (Del gr. -φοβία, elem. compos. que significa 'temor').
f. Temor irracional compulsivo.
Por la otra cara había escrito un te quiero.


Temeroso, desapareció. No se despidió.
Si nos volviéramos a encontrar… Entonces quizás podría decirme adiós, podría murmurar que hubiese querido atreverse a quererme.

5.5.11

Cuentos sobre olvido I



¿Qué será de nosotros? me preguntó. Y la pregunta me invadió.
Y pensando en el futuro recordé una frase de Victor Hugo: “El futuro tiene muchos nombres: Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad”.

1.5.11

Una madre. Solo eso. Todo.


 
¿Te imaginas lo que eres para mí?
¿Supones tú el nombre? No es esa palabra explotada que se usa porque ya se lo han dicho otros antes. 
Es mucho más que todo eso. Más que una madre.
Ni siquiera consigo explicar qué más, nada lo abarcaría todo. Pero todo lo abarca.

25.4.11

Un lugar tan especial.


Tic. El minutero acaba de moverse. Un minuto más para sus historias, y uno menos para la nuestra.¡Parece mentira! Hace diez minutos que he llegado aquí, al lugar de los reencuentros. Nueve que ha llegado un avión. Ocho que se ha abrazado una familia. Siete que se ha acariciado una pareja. Seis que se han envuelto dos amigas.
Todos ellos desfilando ante mis ojos. Y todos con sus historias, sus sentimientos, con sus “qué ganas de verte”, y sus “no te vuelvas a ir jamás".

Tic. El minutero se ha movido de nuevo. Ha pasado otro minuto. Esta vez desvío mi mirada hacia un reloj gigante que cuelga del techo. Son y diez, quedan cinco minutos.
Mientras, yo sigo entrometiéndome en las vidas de los que por allí circulan. Los que viven lo importante de la vida: un abrazo, un beso, una mirada...
Nunca pude imaginar lugar más especial que ese.

Entretanto otro avión… Y otro beso… Y otra lágrima de felicidad… Esta vez, la mía.



20.4.11

Privilegios. De ello nutriremos el resto de nuestra vida.

Soy una privilegiada que, poco a poco, mejoro el aprecio a los privilegios que subsisten y a aquellos que descubro con el tiempo. Disfruto más que nunca cuando tengo unos minutos con un amigo, una comida, una cerveza y una conversación. Me despierto y levanto la persiana. Qué bien, llueve. Qué bien, hace sol. Qué bien, me he despertado y he descubierto un hogar. Tengo sábanas de las que desenredarme y cama de la que salir para dirigirme a la ventana y sorprender un nuevo día. Estas cosas las pienso mientras mi mente también disfruta de otras. Qué aprenderé hoy, a quién me cruzaré hoy, qué me sorprenderá hoy.

Pero lo que más disfruto, lo que me agrada profundamente, es cuando, atardeciendo ya, salgo a la aira de nuestra casa de Galicia, en la que tengo el privilegio de pasar veranos, bueno, e inviernos, y me dispongo a realizar la privilegiada ceremonia de retirar la ropa limpia que durante el día se ha ido secando en el tendedero. Primero de todo miro a mí alrededor. Galicia, verde, exuberante, natural. Qué suerte, está nublado, mañana estará todo regado de un maravilloso olor a naturaleza húmeda. O qué suerte, el cielo está limpio, se ve la luna.

¿Y tú qué vas a saber de la Luna si solo te fijas en las estrellas?


De modo que, lentamente, disfrutandolo, quito las pinzas y las pongo en su bolsa, que cuelga de la rama de cualquier árbol cercano; agarro las piezas de tela y las abrazo, hundo el rostro en su tacto cariñoso y aspiro el perfume del jabón. Me quedo un rato así. De niña mi abuela me mostró lo que era abrazar una prenda a la que el sol y el aire habían hecho justicia; en aquellas lomas anchas, doradas por el sol, la sombra no era presencia permanente, y la ropa limpia siempre estaba ardiente. Este aroma, este tacto, del que conseguí gozar con el paso del tiempo, me recuerdan que pudo no haberse conseguido, que pudo, como a muchos, no haberme deleitado. O haber regresado tarde a él. Como ha ocurrido a tantos a lo largo del tiempo, como está ocurriendo, por desgracia, muchos se abandonan y, quizás, cuando vuelven, es tarde. O por lo menos, tiempo perdido.

Me quedo un rato abrazada a la ropa limpia, contemplando las estrellas o su ausencia, disfrutando de mi privilegio. De ese atardecer empapado de un fantástico olor a jabón.

Nos vamos haciendo viejos, mientras el mundo, que ya lo es, y mucho, torna cada vez más frágil, y lo único que puedo hacer es gozar de mis momentos - como la ropa tendida al sol, pero ya con muchas lavadas encima-, de la consciencia que afortunadamente aún me habita para ello. Recorro el camino del prado de vuelta a casa.

No tengo soluciones ni respuestas para lo que nos acongoja día a día, lo digo una y otra vez, pero como mi tendedero de la ropa, siempre hay un lugar en el que hundir el rostro y respirar la brisa. Una forma de detener el tiempo y de contemplar la noche, majestuosa, y de saber que, aun ignorando lo que nos deparará el día, y aun a sabiendas de lo que carga la espalda, huele bien.

Privilegios.

27.3.11

Mejores que nadie.

Quizás un día cualquiera, quizás un lugar cualquiera… pero sólo quizás. El diccionario de la Real Academia define la palabra quizás como la posibilidad de que ocurra o sea cierto lo que se expresa. Pero esa posibilidad de ser un día más, se esfumó; por esas casualidades de la vida…



Así, 18 años después sigo metiendo el pie en la tarta.

Y es curioso. Mientras me limpio voy pensando en estos años. Estos años que se han ido llenando de vosotros.
En cualquier lugar, en ningún lugar en especial... repetiría una y otra vez momentos como esos, como tantos.

Pero no conforme con eso, con atiborrar mi vida de instantes, me demostraron una vez más que me tengo que sentir muy, pero que muy, afortunada por tenerles...

Os daría mil y una veces las gracias por tantas y tantísimas cosas. He dado con unas personas increíbles. Fantásticas, diría yo :)


Voy a parar en el camino y en lo que dura un cigarrito, voy a pensar en estos años, 
todo lo que ha pasado... En el cajón de la memoria guardo trozitos de la historia,  
las páginas que ya han pasado de un libro inacabado


De hecho, creo que no necesito más. No me hace falta.


Hacemos un tándem espectacular...

Somos mejores que tom & jerry juntos, mejor que batman & robyn, que michael jackson & thriller, que tim burton & johnny depp, mejor que alicia & el país de las maravillas, mejor que warhol & sopa campbell, que george clooney & nespresso...

Mejor que mafalda & carlitos, que billie the vision & the dancers, que cruela & sus 101 dálmatas, que alaska & los pegamoides, que almodóvar & penélope, mejor que la gran vía & el edificio capitol, mejor que san sebástian & la concha, que miguel angel & su david, que charlie & sus angeles, que bob sponja & patricio, que barcelona & dalí, que amstrong & la luna, mejor que venecia & sus góndolas, que lumbreras & albacete, que galicia & la lluvia, que un taxi & nueva york, mejor que coppola & su dolce vita, que neruda & su cartero, mejor que el coyote & el correcaminos...

Mejor que todos..
Mejores que nadie.

24.3.11

Era un día cualquiera. Ni mejor ni peor que todos los días que estaba sepultando tras los muros.


Plantando alegrías en hormigón...


Un día largo, pegajoso sin alegrías ni esperanzas. Estaba haciendo lo que siempre hace alguien afligido, perder el tiempo, procurando sufrir menos, saltando las tapias con el pensamiento y soñando volver a los tiempos añorados y las personas queridas.

8.3.11

"Y que le vamos a hacer, si yo no soy para ti ni tú eres para mí", me dijo en aquel café de la playa. Con esas palabras me colocó el pelo detrás de la oreja, me besó en la frente, y se perdió.


Pasado el tiempo regresas. Tus ojos me cuentan una y otra vez aquella despedida en el café. Relegado ya al olvido, ahora, en este café, me permito el lujo de observar tu aspecto desaliñado, y creo que ahora fumas demasiado.

19.2.11

Con lo azaroso de la vida.



Ese chico de rojo que viene por ahí, caminando con prisa, ¿quién será? ¿De dónde vendrá? ¿Adónde irá tan desprovisto de nada? Parece tan sencillo. No sé nada de él, aunque en otras circunstancias habría podido ser, quizás, el amor de mi vida. La calle está vacía. De repente cruza una gaviota que me recuerda que el aire está impregnado de un maravilloso olor a mar. El chico será artista, ingeniero, fotógrafo, o a lo mejor, simplemente, vividor. Vivir del aire. En los bolsillos llevará tabaco, el móvil, las llaves, y una cartera con más bien poco dinero y un montón de recuerdos, fotos, quizás alguna declaración de amor. ¿Cuántos amores frustrados habrá tenido? El teatro de los balcones flanquea nuestro trayecto. Un canario canta. Una ventana desprende olor a paella de los domingos. El joven me mira y, probablemente, esté pensando algo también de mí. Creerá que soy una soñadora, una chica sin artificios, muy desaliñada, sin pareja y mucho menos hijos, por la ausencia de bolso, las llaves seguramente irán en el bolsillo, y el móvil en la mano porque espero una llamada, ¿la espero? Se oyen alegres conversaciones en la lejanía, la comida ya ha prendido los olfatos. El cielo no amenaza tormenta. Si ese chico y yo nos hubiéramos conocido en otra ocasión, tal vez, pero solo tal vez, nos habríamos besado, amado, casado, odiado, gritado, reconciliado, e incluso abandonado. Lleva una camisa rojo pasión. Parece un poco desquiciado pero alegre. No sé nada de él. Desde su posición el chico también me observa. ¿Qué estará imaginando? Que soy un sujeto insignificante, operado de apendicitis, con muchas letras por pagar de mi querida moto. Sin embargo, pude haber sido la mujer de su vida. Pude haberle llevado a la sierra al calor de una chimenea o a la playa a una colorida sombrilla. Por la empedrada calle el chico avanza hacia mí y yo voy hacia él. Finalmente dejamos atrás el último adoquín que nos separa. Los dos, al cruzarnos, nos respiramos profundamente, y al llegar cada uno a la siguiente losa, ya para siempre nos hemos olvidado. En la ciudad se huelen paellas de los domingos.

27.1.11

No es lo mismo decir “te quiero” que “yo también”.

Era una mañana cualquiera.

El despertador acababa de sonar. Yo me revolvía a las siete de la mañana entre las sábanas de nuestra cama. El tercero en discordia de la familia me mordió el pie, y me sacó de mi somnolencia de un salto. Le miré con espíritu asesino, pero sus grandes ojos azul mar solo me sacaron un achuchón mañanero.

Entré en la cocina y allí estaba él, despaldas, pelando unas manzanas mientras dos tostadas se hacían para completar el desayuno. Pasmado al lado, mi despertador peludo, dandole conversación.

Me acerqué a él, y le abracé por detrás. Mientras él se giraba para darme unos buenos días en condiciones, yo le eché la mano a su manzana pelada, como siempre, iba con prisas. Él me beso, y sus grandes ojos marrones me dijeron: “buenos días”. “Te quiero”, articularon mis labios, y me dirigí hacía la puerta. Cuando estaba en la frontera con el hall, me giré, me sonrió y dijo: “yo también ladrona”. Le guiñé un ojo y huí al trabajo.

Los buenos amigos...

Cuando volví él había desaparecido. Él, su ropa, su música, sus libros... Solo quedaba el olor de su colonia. Esa que había perfumado nuestro último beso. Uno rápido, de los normales, como si fuéramos a hacerlo el resto de nuestra vida.

23.1.11

¿Quién es?

¿Su nombre? Marina. ¿Para qué quieres saber más de ella? El nombre lo dice todo: “Mujer del mar”.
Allí abajo, en el mar, no hay guerras, no hay envidias, no hay dolor... Sólo paz... Sólo paz y felicidad. Lo que ella te da, y yo espero darla siempre.

Píncha, soy el fotógrafo.

21.1.11

¿Cómo acabará este viaje?

Érase una vez… fueron felices y comieron perdices…

La vida no es cómo la hemos creído por los cuentos de hadas; la vida es más difícil. La realidad es bastante más interesante y sorprendente que todo eso.

Y así con lo sorpresivo de la vida, el azar quiso que nos tocara en el mismo vagón. Por esa época ya cantaba Sabina, “y como además sale gratis soñar, y no creo en la reencarnación, con un poco de imaginación partiré de viaje enseguida a vivir otras vidas, a probarme otros nombres, a colarme en el traje y la piel de todos los hombres que nunca seré”. Cada día disfrutamos de peregrinas, de catalanas, de reinas de la noche, de madrileñas fotógrafas… Pero al fin y al cabo, inagotables, siempre nosotras. Porque yo no te cambio por nada, ni por la puntualidad personificada, ni por una sensata, ni por una ordenada.

Te quiero así, con todos los buenos y malos recuerdos de nuestra vida en común.

Iniciamos ya hace, un viaje y nos echamos a perder en trenes y sueños que nos llevan a ninguna parte. Y mientras tanto yo te hablo de mi vida desencajada y tú, con muecas y carcajadas intentas quitarle importancia, desquitándonos de tanta tontería. Días que nos dejan del revés y nos empapan de recuerdos suavemente mezclados con ganas de seguir.


Porque... esta no es nuestra parada, ¿verdad?

17.1.11

Al mal tiempo, buena cara.


Pi, pi. La tostadora te avisa de que tus tostadas ya están. Las pones en el plato. Las has cogido con la punta de los dedos para no quemarte, te gustan bien hechas. Las llevas a la pequeña mesa de la cocina, donde te espera un café con leche bien calentito. Te sientas. Sacas la mano por la ventana y coges el cigarrillo que, plácidamente, se consume en el alfeizar. Nunca te gustó que la casa oliera a vicio. Le das una calada mientras remueves el café con la cucharilla. Tus ojos se pierden por el lluvioso Madrid a la vez que en la radio suena una de tus canciones favoritas: “A fuego lento incinera sus versos, desnuda las nubes a patadas, se pilla los dedos con los sueños y grita: - ¡¿Por qué no me voy al cielo?!” .Te levantas de la silla y te pones a bailar como loca por la cocina. Subes el volumen del dichoso aparato. Aunque no has dormido nada y tienes unas ojeras más negras que el betún, tu día ha empezado bien. Le echas aceite a tus tostadas a golpe de cadera y ritmo de Iratxo. Les pegas un mordisco. ¡Qué bien sienta un café con tostadas y baile mañanero incluido! De repente llegan a tu parte: “Lleva los días a cuestas y esa ausencia que tanto le llena, se pasa las noches en vela y que su amor, se lo devuelva la luna llena”. Coges un taco de pósits de colores, de esos múltiples que tienes por tu casa, y escribes: “Esa ausencia que tanto le llena”. Llena de optimismo y energía lo pegas en la puerta de la nevera. El pósit rosa fucsia pide atención en medio del blanco electrodoméstico.
Tienes la casa llena de pósits. En la tostadora has podido leer nada más levantarte: “Al mal tiempo, buena cara”.

16.1.11

Amanece que no es poco.

Y si un día decimos adiós, es porque en algún momento nos dieron la oportunidad.


Amanece que no es poco.