22.8.11

Aunque me quede sin tu cuerpo y sin el cigarro de después II

Tic. El minutero se ha movido de nuevo. Ha pasado otro minuto. Esta vez me giro a mirar el reloj. Son las nueve. El día se despide.
Mi cigarro sigue consumiéndose. Le doy una última calada. Lo apago, y lo tiro por la ventana. Hacia Madrid. ¿Alguna vez habéis visto volar a la muerte? Yo sí. Y esta no fue la última vez.
Observé la cama de matrimonio. De repente alguien llamó a la puerta.
Siempre me he preguntado porque se llaman camas de matrimonio. El diccionario define matrimonio como la unión concertada de dos personas mediante determinados ritos o formalidades. Pero estas camas son las que tienen capacidad para dos personas. Da igual que éstas sean solteras o casadas, que lleven días o años…


Miré ahora hacia la ventana. No usaba cortinas, me gustaba mirar el cielo. Y esta vez el cielo estaba limpio. No tenía ni una nube. Me gusta el cielo despejado. Las nubes me recuerdan a ti. Al día que flanquearon mi paseo por la ciudad minutos después de que me dijeras adiós. No derramaron ni una gota, no lloraron nuestro adiós, y desde entonces las tengo mucho rencor. Siempre me gustaron los paseos bajo la lluvia.
Miré hacia la cama de nuevo. Me temo que esta noche también tendré que dormir sola.
En fin... Recorrí el pasillo hacia la puerta, sin poder quitarme mi cama vacía de la cabeza. Abrí.

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